Un buen
poema produce interés. Mejor, intereses. Unos pueden ser cognitivos. ¿Qué
significa? ¿Qué quiere decir? Otros emocionales.
Experimentemos esta idea leyendo el poema de Emily Dickinson I
felt a Funeral, in my Brain (traducción
de El Espejo Gótico http://elespejogotico.blogspot.com.es/).
Sentí un
funeral en mi cerebro,
los deudos
iban y venían
arrastrándose
-arrastrándose- hasta que pareció
que el
sentido se quebraba definitivamente
-y cuando
todos estuvieron sentados,
una
liturgia, como un tambor-
comenzó a
temblar -a batir- hasta que pensé
que mi mente
enmudecía,
y luego los
oí levantar el cajón
y crujió a
través de mi alma
con los
mismos zapatos de plomo, de nuevo,
el espacio-
comenzó a repicar,
como si
todos los cielos fueran campanas
y existir,
sólo una oreja,
y yo, y el
silencio, alguna raza extraña,
náufraga, solitaria,
aquí
-y luego un
vacío en la razón, se quebró,
caí, y caí-
y di con un
mundo, en cada zambullida,
y terminé
sabiendo -entonces -
El poema, la
poesía, afecta a la razón y a la emoción. A lo cognitivo y a lo emocional. La poesía, y la literatura en general, tienen así potencial emocional. Y las emociones señalan el valor de las cosas.
Lo interesante emociona.
Willie van Peer (Toward
a Poetics of Emotions, en Emotions
and the Arts, Oxford University Press), refiere estudios científicos que señalan
que lo emocional se recuerda mejor, que influye en lo cognitivo, que las
emociones influyen en la percepción de la realidad (la antesala de todo) y en la
forma de pensar, en su profundidad y en su calidad. Y esa carga emocional de la
poesía produce así una cognición más poderosa, más profunda. La existencia de
emoción ante un hecho dado le da a su comprensión una calidad diferente. A esta
cognición de orden superior, la denominó Herbert Simon Hot Cognition, nos recuerda van Peer.
Hot Cognition. Buen concepto para
aplicarlo a la educación. Tendríamos que buscar la forma, las formas, para educar
con emoción. O emocionar con la
educación.
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