La creación tiene una componente estética. Esto es claro en
el mundo del arte (aunque no todo el arte tenga que ser estético). Pero esta componente no está solo en la cualidad de la obra
terminada, sino también en el proceso.
Sthendhal (Del Amor) asociaba la belleza a una promesa de felicidad (promesse du bonheur) y Platón entiende
la felicidad como la generación fértil de lo bueno como nos cuenta Cristoph Menke en su libro La Fuerza del Arte. De lo cual se puede
derivar una comprensión de la belleza como motivadora de acciones generatrices.
La estética como energía y la belleza como entusiasmo
creador. Einstein no estaba lejos de este enfoque cuando aborda la teoría de la
relatividad. Su visión estética era importante a la hora de tomar decisiones,
de evaluar alternativas (A. I. Miller, Einstein y Picasso) .
Sin fuerza pues, “un estado inconsciente, lúdico,
entusiasta”, no puede haber obra de arte (Menke, 2017) . A lo que habría que
añadir que tampoco puede haber genuina creación. La belleza alimenta esa energía necesaria.