La innovación tiene una fuerte repercusión social. Afecta a
cómo nos relacionamos, a cómo aprendemos, a cómo creamos arte o interpretamos
la historia.
El descubrimiento y control del fuego se puede entender como
una de las primeras innovaciones en la historia de la humanidad. Esa innovación
inicial tenía unas utilidades inmediatas, como calentarse o defenderse. Pero además tuvo otra trascendente consecuencia, esta vez de tipo social: creó una espacio de convivencia, de encuentro. Según la interesante exposición ‘El
Arte en la época de Altamira’ (Fundación Botín en colaboración con el
British Museum)
‘la hoguera era el
espacio en el que la gente compartía alimentos, información, contaba historias,
se reía, cantaba, bailaba, negociaba y se peleaba’
O sea, el fuego, la innovación
del fuego controlado, creó la primera red social. Y en ese entorno se
desarrolló el lenguaje. Y también el arte.
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